Carta 13 | Maktub
Te escribo desde Fuerteventura.
Es increíble cómo en una tierra rodeada de arena tiene tantos tesoros ocultos en la belleza.
Sus playas me recuerdan al infinito. Mientras el sol tuesta mi piel, las recorro bailando con un viento que me invita a reflexionar sobre el dolor, la plenitud y la vida. Los recuerdos vienen a mi mente, es la primera vez que regreso a casa desde la muerte de mi padre. Su recuerdo se hace más intuitivo, presente en cada paso que doy, como acompañándome en este proceso del que sabe que debo pasar, a pesar de su dureza.
Es entonces cuando reflexiono sobre la crudeza del duelo. Sobre cómo después de meses sigue doliendo, dándole una forma al dolor de una estancia perenne, casi lícita, con un derecho inquebrantable a convivir con lo vivido. Siendo una sensación con la capacidad de sacar lo peor, pero también de sacar lo que no fue capaz de salir en su momento.
Y es curioso que en este preciso momento, me venga una de mis frases favoritas dentro de un libro tan odiado como amado: El Alquimista de Coelho. He formado parte de ambos bandos, pero ahora mismo me encuentro, después de volver a leerlo, en los que lo aman.
“Porque no vivo ni en mi pasado ni en mi futuro. Tengo sólo el presente, y eso es lo único que me interesa. Si puedes permanecer siempre en el presente serás un hombre feliz. Percibirás que en el desierto existe vida, que el cielo tiene estrellas, y que los guerreros luchan porque esto forma parte de la raza humana. La vida será una fiesta, un gran festival, porque ella sólo es el momento que estamos viviendo.”
El alquimista - Paulo Coelho
Y eso va relacionado con el libro que me estoy leyendo actualmente: No-cosas de Byung-Chul Han. Una crítica a la tecnología y a la desvirtualización del presente, con la incapacidad adquiridad de disfrutar del momento que vivimos
“Significativamente Arendt sitúa la verdad entre el suelo y el cielo. La verdad pertenece al orden terreno. Da a la vida humana un sostén.”
No-cosas | Byung-Chul Han
Miramos arriba para pedir favores y agachamos la cabeza para pedir perdón. Sin darnos cuenta de que lo palpable, lo presente, es lo que tenemos delante. Perdiendo la capacidad de darnos cuenta, de que ponemos nuestro sentimientos, nuestras sensaciones, como en una nube de Google Drive, cuando lo que debemos de hacer, es darle una representación física. Palpable, porque solo así lograremos representar aquello que más nos humaniza.
La importancia de sentir, a pecho descubierto.
De querer, amar y sobretodo de escuchar.
Escucharnos a nosotros.
Escuchar a los demás.
Palpar las evidencias.
Hacernos humanos.
Rebelándonos en contra de convertirnos en el almacenamiento de una nube de emociones.
Revindiquemos el sentir, aunque duela.
Formar parte del dolor, nos ayuda a entenderlo.
Entender el dolor es aceptarlo.
Su aceptación, superarlo.
Porque todo sume,
Javi